El romanticismo oscuro ("Dark romanticism", en inglés) es un subgénero literario estadounidense surgido en el siglo XIX a partir del movimiento filosófico denominadotrascendentalismo.
El trascendentalismo fue un movimiento filosófico, religioso y literario estadounidense que floreció aproximadamente entre 1836 y 1860. Comenzó como un movimiento de reforma dentro de la Iglesia. Se basa en la unidad del mundo y de Dios, y en la inmanencia del mundo". Para los trascendentalistas el alma de cada individuo es idéntica al alma del mundo y contiene lo que el mundo posee.
El trascendentalismo influyó a los autores del romanticismo oscuro de manera diferente, de ahí que la crítica haya señalado las distintas maneras que tuvieron estos autores de romper con esa corriente. En primer lugar, los románticos oscuros confían muy poco en la perfección como una cualidad innata del ser humano, idea clave de los trascendentalistas. Como consecuencia, sus personajes son propensos al pecado y a la auto-destrucción. Ya que por naturaleza no son seres sabios o divinos.
Los trascendentalistas conciben un mundo en que la identidad de los personajes es divina, los románticos oscuros adoptan imágenes en forma de demonios, vampiros, fantasmas o monstruos.
Por otra parte, aunque ambos grupos sostienen que la naturaleza es una fuerza profundamente espiritual, el romanticismo oscuro la contempla bajo una luz siniestra, a diferencia del trascendentalismo, que ve a la naturaleza como parte de la divinidad. Para estos románticos, al contrario, el mundo natural es sombrío, decadente y misterioso de carácter maligno o infernal. Finalmente, mientras que los trascendentalistas abogan por la reforma social en su caso, sus contrarios con frecuencia proponen personajes que fracasan una y otra vez en sus intentos por mejorar sus vidas.
En síntesis, las características principales del Romanticismo oscuro son: La incapacidad del hombre caído por comprender plenamente los inquietantes guiños de un reino sobrenatural; la constante perplejidad ante los fenómenos metafísicos e inexplicables; la propensión a una conducta perversa o inmoral, sin regla ni medida, y un sentido de culpa combinado con la sospecha de que el mundo externo no es más que una ilusión de la mente.
El trascendentalismo fue un movimiento filosófico, religioso y literario estadounidense que floreció aproximadamente entre 1836 y 1860. Comenzó como un movimiento de reforma dentro de la Iglesia. Se basa en la unidad del mundo y de Dios, y en la inmanencia del mundo". Para los trascendentalistas el alma de cada individuo es idéntica al alma del mundo y contiene lo que el mundo posee.
El trascendentalismo influyó a los autores del romanticismo oscuro de manera diferente, de ahí que la crítica haya señalado las distintas maneras que tuvieron estos autores de romper con esa corriente. En primer lugar, los románticos oscuros confían muy poco en la perfección como una cualidad innata del ser humano, idea clave de los trascendentalistas. Como consecuencia, sus personajes son propensos al pecado y a la auto-destrucción. Ya que por naturaleza no son seres sabios o divinos.
Los trascendentalistas conciben un mundo en que la identidad de los personajes es divina, los románticos oscuros adoptan imágenes en forma de demonios, vampiros, fantasmas o monstruos.
Por otra parte, aunque ambos grupos sostienen que la naturaleza es una fuerza profundamente espiritual, el romanticismo oscuro la contempla bajo una luz siniestra, a diferencia del trascendentalismo, que ve a la naturaleza como parte de la divinidad. Para estos románticos, al contrario, el mundo natural es sombrío, decadente y misterioso de carácter maligno o infernal. Finalmente, mientras que los trascendentalistas abogan por la reforma social en su caso, sus contrarios con frecuencia proponen personajes que fracasan una y otra vez en sus intentos por mejorar sus vidas.
En síntesis, las características principales del Romanticismo oscuro son: La incapacidad del hombre caído por comprender plenamente los inquietantes guiños de un reino sobrenatural; la constante perplejidad ante los fenómenos metafísicos e inexplicables; la propensión a una conducta perversa o inmoral, sin regla ni medida, y un sentido de culpa combinado con la sospecha de que el mundo externo no es más que una ilusión de la mente.